18 de septiembre de 2009

¡¡¡NO PODÉS!!!! (O LA ENVIDIA SANA NO EXISTE)






Que la vida es injusta, todos lo sabemos. Pero verlo así, de frente, es un poco más incómodo. Escritores talentosos y guapos (un engendro de la naturaleza y un atentado contra el pobre Sartre que siempre debió lidiar con su metro cincuenta y sus ojos mirando al mismo punto).
En orden de aparición: Paolo Giordano, Alan Pauls y Daniel Link.

11 de septiembre de 2009

HOLLY HUNTER: UNA ACTRIZ, UNA MUJER Y LA POESÍA.


1. Al final... ¿lo primero es la familia? Una ex hippie que acaba de perder su empleo y cuya hija adolescente tramita la pérdida de su virginidad, viaja a atracarse de pavo del Día de Acción de Gracias en su ciudad natal. Dos días, apenas dos, que, merced al viraje de los padres hacia la chochera, la mala vibra con la hermana, las idas y las vueltas con un guapo hombre, se estiran hasta lo imposible.

2. Ni joven ni viuda ni estanciera. Los restos de una cuarentona rica venida a menos tras su divorcio, pugnan por juntarse, ser nuevamente parte de una forma humana. Y en este proyecto, la necesidad de ser lo que una vez se soñó –cuando aún se soñaba-, funciona como el más efectivo de los engrudos.

3. Ángeles eran los de Charlie. Entre mentiras, sexo, alcohol y otras yerbas, una policía debe lidiar con oscuros dilemas morales y religiosos. ¿Una contradicción? Ni tanto. Además, ¿quién puede mantenerse impoluto en esta letrina? Este calvario, sin embargo, no lo recorre sola, la acompaña su ángel de la guarda, dulce compañía que no la desampara ni de noche ni de día. Bueno, a veces, sí. Entonces, Grace, tiene que vérselas con la culpa por la muerte de su hermana, con el recuerdo de los abusos sufridos a manos (¿?) de un sacerdote, con el silencio chirriante de Dios. Pese a todo, Grace, es lo que en buen argentino denominaríamos “una buena mina”.

4. Una mujer de película. Se preguntarán en qué lugar se tocan estas mujeres. Lo resumo en un nombre: Holly. Quiso la casualidad que en las últimas semanas me topara con Feriados en familia (Home for the Holidays), El beso (Living Out Loud) y Saving Grace. Dos filmes y una serie protagonizados por esta actriz pequeñita, delgada en extremo, no convencionalmente hermosa que a fuerza de talento logró treparse a la cima del cartel. Podrán replicarme, y estaría de acuerdo, que de esta frase, de tan usada, sólo quedan las astillas. No obstante, no encuentro otra mejor para nombrar la energía que, al momento de entrar en escena, posee a esta mujer de risa y cigarrillo fáciles y ojos al borde de la tormenta. Sí, a fuerza de talento esta actriz, es tres mujeres, una mujer, todas las mujeres. Caso más bien atípico en un cine como el actual que se empeña en mostrar chicas de película, carne sin densidad. Y para su mayor gloria, Hunter lo hace desde la comedia costumbrista, la comedia romántica y el drama fantástico (¿o acaso todo el mundo departe con su ángel de la guarda?); lejos, por lo tanto, de los géneros hiperrealistas (entre otros, el apolillado y todavía vigente “basado en hechos reales” de las siestas de domingo) que, habitualmente, pintan cartón.

5. A punto de poema. Es decir, Holly VIVE en la pantalla, pero lo hace de modo tal que a quienes la miramos nos envuelven la tibieza, el abismo, la alegría, el desconcierto que solemos experimentar cuando nos cruzamos con una mujer en la calle, en el trabajo, en la vida. Un modo emparentado con el “estado de gracia” (Almodóvar dixit) de Marisa en Tacones Lejanos, o con el “actuar como si se estuviera viviendo el más grande amor” de Jeane Moreau. Un modo que, a mi juicio, evoca menos el psicologismo de la narrativa (cinematográfica en este caso) que la inteligencia en carne viva de la poesía.

3 de septiembre de 2009

MI ZONA ERRÓNEA




Noches de fuga en la tinta,
de fraternidades con el papel.
Noches de sueño
por el sudor espantado,
y abrazado al insomnio:
el tormento de lidiar
con esta oscuridad, la mía.
Y sé de la cruz del desprecio.
Como sé que es una la piel,
uno el aire, una la sangre,
y que lo sensato
sería acomodarnos a vivir
juntos: yo y yo, juntos.
Y que en la greda de mi corazón
no brotara el amor,
devino el mayor de los errores.