29 de noviembre de 2012

DIOS NOS CRÍA




Desatento al calendario
que sugería unos pocos rayos tibios
el sol calcina esta tarde de otoño

como en otras ocasiones
dos amigos vagan por las calles de un pueblo
la diferencia es que hoy
después de largo tiempo
lo hacen solos -los niños
los de ella, han quedado en casa
al cuidado del padre-

como antes fuman
y mientras fuman y caminan
hacen el recuento de sus fracasos

si no fuera por el modo
en que estas cosas son dichas
pasarían por dos tangueros
por dos heroínas de telenovela
pero como un polizón
el humor se cuela entre sus palabras
y las carcajadas espantan la amargura

y sí, aunque se saben los orejones últimos
del gran tarro del mundo
lo mismo ríen, ríen
de las asperezas de su oficio
de la quejosa vejez de sus padres
de los amantes evaporados en las vísperas
del temor a lo oculto tras dulces casas de retiro
tras endomingados parques de descanso

ríen porque saben también
-de una forma oscura pero lo saben-
que cada vez que se junten
revivirá en ellos
algo de la despreocupada
invencible eternidad de su juventud.

21 de noviembre de 2012

VIAJES MENTALES





Aferrado a una escoba
casera escoba de pichanas
emprendo el viaje

no estoy donde me ven
me ven en el gran patio como un gondolero
abriéndome paso en un mar de hojas
pero estoy en una casa triste
junto a la hija del viejo grandet
aguardando el regreso del primo
que se perdió en los mares,
o en una pieza de mi juventud
donde aquellas manos templaron
el sentido de unos versos
antes de esa noche recitados
mil veces sin sentido

no estoy donde me ven
me ven con un balde de acero
inclinado sobre la acequia
pero estoy en algún bar
como en un set de filmación
toma a toma corrigiendo
los desaciertos de mi pasado

no estoy donde me ven
hasta que sí lo estoy
por un momento estoy
en el centro de este patio
aspirando la belleza
de la tierra y las plantas
rejuvenecidas iluminadas
la tierra y las plantas
como recién salidas
de una lluvia de verano.

7 de noviembre de 2012

LA SIESTA O EL ORIGEN DEL MIEDO





Con oídos de gato al acecho
espero ese momento no lejano
cuando en la pieza contigua  
la campanilla del reloj anuncie
que ha finalizado la prohibición de salir
que puedo por fin correr
tras la tarde libre de la acequia
del juego y la piel tostada
tarde de esqueléticos tarzanes
colgados de las lágrimas de un sauce
tarde que por unas horas
espante el miedo siempre renovado
de ya nunca oír la voz
que al rasgar la tiniebla
crea el mundo

la voz infantil de las canciones
con las que mi madre encanta
mi diario abrir los ojos.