En National Velvet, una jovencita, azules los ojos, soñadora la mirada, cuenta a cámara que cada noche suplica a Dios la convierta en la mejor jinete de Inglaterra. A la luz de los años, a la luz de los padrillos (Milton, Wilding, Todd, Fisher, Burton, Burton, Warner, Fortensky), ya no cabe dudar sobre la existencia de Dios, ni sobre su generosidad.
13 comentarios:
Ja ja ja ja ja ja ja... Lo que sí existe es la acidez de tu verbo. Todavía me estoy riendo. Y después dicen que todo es gris. Gracias por eso. Un abrazote. Siguiente capítulo en camino.
"Ateos abstenerse"... estoy pensando que asi deberia llamarse tu primer libro (jaja)
abrazo
Alan
Yo creo que su padrillo fue Burton, ¿alguien lo duda? Me parece que los otros no llegan a la categoría de mulas viejas que solo obtuvieron de Liz un galope cansino. Más que jinete me gusta el término ecuyere (sí, de tu amado francés), aparte tiene más relación con el circo y la fantasía. La Taylor está más cerca de ese mundo.
Se caso con todos esos?
Ay, que enamoradiza esta chica, por favor!
Leí por ahí que volverse a casar es el triunfo del amor sobre la experiencia. Y sí, ese cuerpo con todo eso adelante merecía repetición y variedad. jaja
Luis: a veces la vida puede ser divertida. Hay que tener, creo, el ojo atento a ciertas situaciones como esta que planteo en el post.
Alan:
Mi primer libro merecería intitularse "lectores abstenerse". Gracias por el comment.
Pau:
que Richard haya sido el mejor, no quiere decir que la bella liz no haya montado al resto. Los montó y eso es lo que cuenta. Jajaja
Nituni:
Más que enamoradiza es una boluda. Ta bien que uno tenga ganas de mucha gente, pero hay necesidad de los papeles. Naaa.
Hernán:
Parece que la bella Liz en sus mejores épocas era desmesuradamente pechugona, que los diseñadores de ropa de los estudios se las veían negras para que semejantes pomelos no reventaran los trajes y la pantalla.
Sergio:
Eso de los diseñadores es un mito para alborotar ratones. Liz ha sido casi toda su vida bastante gorda, o sea, los vestuaristas no solo debían pensar donde poner su delantera sino también como disimular su traste, rollos, papada, etc.
Paula: hummm... yo, como buen ateo, NO me abstengo de creer todo sobre pechugonas. Y los vestuaristas que dicen de su gordura explosiva, hablan de envidia.
Y sí, ratones me hice con la anécdota :-P
Yo sé que voy a quedar como una envidiosa -en realidad lo único que le envidio son los ojitos turquesas- pero Liz, salvo en los '40 y '50, siempre fue una gorda decadente y borracha. Las tetas valen la pena con 60 de cintura y 100 de cadera. Una heladera Siam con 120 de pechuga sigue siendo una Siam.
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