22 de septiembre de 2006

Y un día en la adolescencia, pese a todas las recomendaciones de mi mami, tomé a Dios y sus bártulos y los arrojé de la casa. Y creí que era suficiente, que bastaba, que de allí en adelante sin todo ese peso a cuestas, sería feliz y libre.

Mas lo que vino fue el vértigo ante la extensión inmoderada del vacío. Ya no había un orden, un eje, todo se perdía, nada conducía a nada. Y si bien es cierto, que había en mí la arrogancia (vociferada) del que percibe la armonía entre su pensamiento y su obrar, no es menos cierto, que ese orgullo era incapaz de acallar las voces del miedo. Además lo otro, insoslayable: la obligación de lidiar con los residuos de la presencia de Dios, del Dios de los curas, lo que no tiré porque no pude: pecado, castigo, culpa.

Y desde entonces, ligar este conocimiento (“que nada me espera, lo sé, nada me espera”) con la necesidad de echar a un lado las interdicciones, se ha transformado en una de las ocupaciones fundamentales de mi vida.

15 de septiembre de 2006

Vocaciones

Soy de vocación lavandera.
Bárbara Belloc.


Aferrado al palo de la escoba, sin siquiera la necesidad de montarla, emprendo la travesía. No estoy donde me ves. Me ves en el gran patio, abriéndome paso en un mar de hojas de roble y plátano, pero estoy…en ese mismo patio, diez años atrás, extraviado en el laberinto de mi adolescencia, tarareando amor no es literatura, si no se puede escribir en la piel -muchas noches habrán de pasar antes que unas manos aclaren el sentido de estos versos- ; o en un trasbordador surcando el Mekong, al tiempo que espío a una niña francesa y un chino elegante que ha comenzado a sufrir; o remendando mi vida -hago aquello que no hice, digo aquello que callé-.Y este no estar donde me ves, hace que barrer sea hermoso, lúdico, liberador... Y más tarde, cuando yacen las hojas en su nuevo lecho y hay olas dibujadas en el suelo, provisto de un balde, sobre el bullicio demente de la acequia me inclino, extraigo el agua que completará el adecentamiento de la casa. Entonces, la visión de la tierra y las plantas aseadas, jóvenes, como salidas de una lluvia de verano, provocan una emoción arcaica: la del orden, un orden exterior, ajeno, pero orden al fin.



Conocen ahora mi más secreta vocación. Pero como no se trata de una solicitud de empleo, me gustaría saber cuáles son sus ocupaciones favoritas del ámbito doméstico… las otras puedo imaginarlas

13 de septiembre de 2006

Inconsolable mi mesa de noche, atacada de la tristeza de no haber presenciado jamás la confusión, el desarreglo...de tus anteojos y los míos.

7 de septiembre de 2006

Pese a mi firme propósito de hacer del presente mi morada, el pasado tiende trampas por doquier en las que, como el ingenuo que soy, inexorablemente me despeño. Ejemplo: revisando un viejo cuaderno (ay, de los papeles amarillos cubiertos de nuestra letra de otros tiempos!!) encuentro prolijamente copiados dos fragmentos que, al par de hermosos, son de lo más explícitos en lo que a temática se refiere. Si no me creen, lean:

“Como los erizos, ya sabéis, los hombres un día sintieron su frío y quisieron compartirlo. Entonces, inventaron el amor. El resultado fue, ya sabéis, como en los erizos.

¿Qué queda de las alegrías y penas del amor cuando éste desaparece? Nada, o peor que nada; queda el recuerdo de un olvido. Y menos mal, cuando no lo punza la sombra de aquellas espinas, de aquellas espinas, ya sabéis.

Las siguientes páginas son, el recuerdo de un olvido" Luis Cernuda


“Quería decirte lo que pienso: es que siempre sería necesario guardar como propia posesión, aquí está, encuentro la palabra, un lugar, una especie de lugar personal, eso es, para estar solo en él y para amar. Para amar, no se sabe el qué, ni a quién, ni cómo, ni cuánto tiempo. Para amar, de repente me doy cuenta de que me vienen todas las palabras….para guardar dentro de nosotros el lugar de la espera de un amor, de un amor sin quizá todavía nadie; pero de esto y solamente de esto, del amor.” Marguerite Duras


Ahora bien, los que me conocen y saben cuán afectivo, emocional puedo ser, no dejarán de sorprenderse ante la confesión de que esas dos joyas fueron utilizadas por mí para ejercitar transcripción fonética (actividad antipoética, antirromántica por excelencia). Y sí, es un horror...y un signo (ya lo dijo Melero: “Todo es señal/ no hay gesto neutral”), ¿signo de que aun en lo más oscuro de la noche en la que (¿voluntariamente?) hundí mi vida algo pugnaba por salir? Tal vez. Y por un instante siento que podría llorar un día entero por esa ceguera, ese abandono en que me dejé… Y sin embargo, no lo hago, no lloro. ¿Por qué? Indago, examino, ausculto la situación y nada, no llego a ninguna conclusión. O sí. La conclusión es la ignorancia de los motivos para esta carestía de lágrimas.