28 de agosto de 2009

PUZZLE INCOMPLETO



Confiar en la sabiduría
de mi memoria, en su destreza
para desagotarse, borronear objetos.
¿Pues qué sería, sino gusto
por las espinas, este conservar
un primer plano de tus ojos
cuando ya nunca tendré los originales
al alcance de los míos?

18 de agosto de 2009

DETRÁS DE UN VIDRIO EMPAÑADO.

Tu cara en Facebook, o mejor, el mucho trabajo que me costó reconocerla, me confirma que no es vano el tamborileo del reloj, que su insistencia horada la memoria, la reblandece. Es que, cercenada la indisciplina de sus ondas, es otro tu pelo; por ende, otro el conjunto. Pero allí están tus ojos, anudándome a una conversación lejana donde se entreveran Tartufo con las ventajas de cierto sillón, el colegio ingrato con los padres y los hermanos. Pero no están tus manos. Esa blancura casi transparente por la mezquindad de tus bolsillos regateada. O quizá, la ocultaron para que, abierto el abismo, yo sintiera que al perderte nada perdí.

5 de agosto de 2009

SIESTAS MENDOCINAS



A falta de nombre más reconocible, la llamaremos “Cuatro de copas I”. “Cuatro de copas I” testea su supuesto embarazo frente a las cámaras. Mientras, en clandestina escucha telefónica, “Cuatro de copas II” pone en duda la co-autoría de “Cuatro de copas III” en el supuesto fruto del vientre de “Cuatro de copas I”.
Y Suller o Pradón -para el caso es lo mismo-, perdidos el cuarto de hora y la cintura, urgidas, desesperadas por una renovación de su contrato con las luces.
Y una procesión de culitos magros, duros como piedras pero pequeñitos, provocando la cascada de babas que emerge de las fauces del padre de familia que oficia de conductor.
Y la Nazarena de mi corazón, lacrimosa y empastillada, arrastrando su séquito de “el hombre de mi vida”, “lo hago por mis hijos”, aguijoneada por punzante dilema moral: tener o no tener…¡códigos!
Y yo, miserable desde que no veo tus ojos, ansioso de que la sangre llegue al río, lo desborde; que esta siesta insomne merezca la pena.
Y ojalá fuera solo yo el tonto que tan tontamente despilfarra sus vacaciones forzadas por la pandemia. Pero no. Bien me sé miembro de una secta multitudinaria: la de los que cada día reciben su dosis de adrenalina echados frente al televisor.