21 de octubre de 2008

EN AGOSTO

Juntos, diríase a cuatro manos, el viento y el sol diseñaron esta escenografía de fines de agosto:
un cóctel de polvo y hojas sin rumbo, sudor y desgana.

Lo demás, simple:
la muerte en su apropiarse de un cuerpo, por el trabajo minucioso de la enfermedad privado de fuerzas, degradado, marchito;
un cuerpo en cuyo cansancio no florece resistencia alguna.

Tan simple, corriente, como el escándalo de los cristales a la caricia ruda del viento de agosto.

16 de octubre de 2008

LÁGRIMAS NUEVAS.

Una noche de llanto.
Otra.
Pero distinta.

Su diferencia radica en lo novedoso del sentido de estas lágrimas, vertidas no por un pesar concreto, sino por aquellas, las que se cuajaron en su alma cuando se cansó de llorar, cuando creyó que en esa celda oscura transcurrirían sus días todos, y que esas lágrimas, de pronto estériles, nada podían corregir.

Pero podría ser que este llanto de hoy, brotara también a causa del inesperado estreno de una grieta –pequeña, modesta-, una grieta a través de la cual otra vida alce el vuelo.

Y, pese al lugar común, le es imperioso sentir la sangre alojada en cada distrito de su cuerpo y decirlo. Decir además, que aunque ingrata, la travesía por el desierto tuvo un fin. Decir la justicia de inscribir la sorpresa amable entre los dones de la existencia. Decir, por fin, que nos equivocamos. Cada vez que somos terminantes, nos equivocamos.

7 de octubre de 2008

LA OTRA CARA

Con las manos de una mentira se cubre los ojos, hunde su vida en un olvido de sí equiparable a la locura de creerse otro.
Y durante larguísimo invierno se pierde el rastro.

Y hoy, que con suave tacto o con hartura, voces amadas pretenden astillar la sombra, hay el pavor a una cara impregnada de abandono, tan distinta, tan otra de aquella diseñada por las siestas insomnes de su infancia.