No hay nostalgia peor
que añorar lo que nunca jamás sucedió
J. Sabina
I
Pasados los años me mira y su mirada, como antes, me intimida.
Una escena ocupa de pronto mi memoria. Es en un bar. Sentado a una mesa vecina hay alguien a quien al principio no percibo. Luego, sí, y lo hago porque me observa. La sensación es, diría, de una dulce extrañeza. Un amigo pregunta si conozco a esa persona. Respondo no, no la conozco. Ah, porque te mira, dice. Fin de la escena.
Si ocurrió una vez o se repitió, eso no lo recuerdo, aunque prefiero creer que lo que ha subsistido es una síntesis. Sospecho además, que si mi mente ha preservado este espacio es porque en él me siento halagado, satisfecho. Pero entonces la duda prospera y ya no estoy tan seguro de que fuera deseo lo inscripto en esas pupilas.
Y mortifica ignorar el sentido de aquella y de esta miradas.
II
Sus ojos, una eternidad perdidos, recuperados esta noche; sus ojos, arrojados contra mi vida, hablando de días que de tan antiguos creía olvidados, días en los que nada floreció, en los que las palabras no fueron proferidas.
…Y la violencia de encontrar en el mundo, de que en el mundo exista algo, sus ojos, que encarna mi miedo, mi desidia, mi torpeza.
que añorar lo que nunca jamás sucedió
J. Sabina
I
Pasados los años me mira y su mirada, como antes, me intimida.
Una escena ocupa de pronto mi memoria. Es en un bar. Sentado a una mesa vecina hay alguien a quien al principio no percibo. Luego, sí, y lo hago porque me observa. La sensación es, diría, de una dulce extrañeza. Un amigo pregunta si conozco a esa persona. Respondo no, no la conozco. Ah, porque te mira, dice. Fin de la escena.
Si ocurrió una vez o se repitió, eso no lo recuerdo, aunque prefiero creer que lo que ha subsistido es una síntesis. Sospecho además, que si mi mente ha preservado este espacio es porque en él me siento halagado, satisfecho. Pero entonces la duda prospera y ya no estoy tan seguro de que fuera deseo lo inscripto en esas pupilas.
Y mortifica ignorar el sentido de aquella y de esta miradas.
II
Sus ojos, una eternidad perdidos, recuperados esta noche; sus ojos, arrojados contra mi vida, hablando de días que de tan antiguos creía olvidados, días en los que nada floreció, en los que las palabras no fueron proferidas.
…Y la violencia de encontrar en el mundo, de que en el mundo exista algo, sus ojos, que encarna mi miedo, mi desidia, mi torpeza.