16 de enero de 2007

EL REINO DEL AMOR

Es domingo, domingo a la siesta. Y como es domingo a la siesta y tenemos resaca y no hay en la casa niños de los que ocuparse, nos echamos sobre un sillón frente al televisor a ver una comedia romántica, que para más datos, dieron ya unas 352 veces otras siestas dominicales. Y aunque las odiemos, por obvias y descafeinadas, no tocamos el control remoto, pues nuestro plan b, el superclásico, resulta aún menos estimulante.






¡Ay, de las comedias románticas! Una trampa en la que, de tanto en tanto, caemos, para que una vez allí su veneno nos sea inoculado; veneno hecho de la más vil de las sustancias: el sentimentalismo.






Comedias del tipo Alguien como tú, en la que Greg Keneear luego de decirle a la protagonista (Ashley Jude) que la ama (¡¿había necesidad?!), y sin mediar explicación alguna, la abandona. Y nosotros ahí, quietitos, mientras tomamos algo que apacigüe nuestro fuego estomacal y nos juramos no volver a ceder a las tentaciones de Baco, compadecemos a la pobre chica que tuvo la candidez de caer en las sutiles redes verbales de un cuarentón rubio y de ojos azules. Ni por un instante supongan que hay en el horizonte reflexión alguna del tipo: “si la monogamia es absurda, lo más sensato sería que nos educaran en la fe de la monogamia sucesiva” (hoy te amo a vos, mañana, quién sabe) pues en este género, a fuerza de golpes bajos, sólo experimentamos emociones primarias. A saber:






a. ira hacia el adúltero (¿cómo es posible que Dennis Quaid en Something to Talk About engañe a Julia “dientes como perlas” Roberts, con una rubia de lo más desabrida?);






b. desprecio hacia el tonto (¿puede alguien en su sano juicio correr tras Cameron Díaz, dejando abandonadita a la sublime Julia? Película: La boda de mi mejor amigo. Tonto: Dermont Mulroney)






c. y siempre y en todo momento, la más absoluta identificación con el / la sufriente. En estos casos, la pobre Julia que, a la vista está, ha nacido pa sufrir.






Y en sintonía con nuestro estado de ánimo, que no suele ser el mejor (ya lo dije, es domingo, anoche salimos y seguro las cosas no fueron bien, pues ya se sabe lo duro que está el mercado), atendemos a esta o aquella escena, preferentemente las patéticas, tanto que, en ocasiones ni siquiera reparamos en el “happy end” que tuvo la historia (es una comedia romántica, ergo, debió tenerlo). Pero los domingos a la siesta, ni matrimonios recompuestos, ni limusinas con sonrientes parejas camino del altar calan en nosotros, sumidos como estamos en este sentimiento de domingo, que cada domingo nos asalta.

4 comentarios:

Adrian Pegaso dijo...

Jure que habia comentado por aca...

¬¬

Uhmmmmm...

Ahora no me acuerdo que habia dicho...

¬¬

Bexos
Ad

Hernán Schillagi dijo...

Sergio: muy hermosa su nueva decoración, parece el tapizado de los sillones de alguna película inglesa ambientada en el XIX. Sillón, por lo cierto que vendría muy bien los domingos para ver esas pelis tan tan melosas y trilladas en su estructura: se conocen-se enamoran-se pelean-se abuenan-happy end.
Las veo sin remedio (ni consuelo), me "gustan" Hechizo del tiempo, Cuando Harry..., bah, todas. Hace un tiempo estaba discuntiendo con mi esposa y, en medio de sus reproches, le espeté: "Nena, date cuenta que tu vida no es una película de Meg Ryan". Se ofendió mucho. Creo que con razón.

Hernán Schillagi dijo...

Querido mío: en su redecoración se le piantaron los links a otros blogs. Si me da la venia (y la contraseña) se lo arreglo como la otra vez.

sergio dijo...

Quebrantapájaros amigo: a mí gustarme gustarme no me gustan, pero si están allí las veo, una y otra vez, las veo. Por qué? Ignoro, acaso sea eso que ud dice, de la estructura conocida, tranquilizadora.

En cuanto a lo de los links y eso ahora mismo le envío la contraseña, porque si espera que yo haga semejante cosa, ummm, vamos muertos.