Mientras cumplías
con los primeros ritos de la mañana
como visita inoportuna
se coló la rabia
contra la inoperancia
la pereza del autor
del vacío en tus valijas
que te revuelve la sangre
que procurás diluir
en la friega sudorosa del piso
hasta que el cansancio
te persuade
de lo inútil del esfuerzo
de lo útil de esa rabia
que quizá sea un motor
para los giros del presente
del futuro
o vaya uno a saber de qué.