18 de julio de 2009

QUEREMOS TANTO A DIANE


En una conversación de la que participé tiempo atrás, alguien, casi al pasar, deslizó un: “No sé por qué les gusta tanto Diane Keaton, si ni siquiera es linda”. Maldiciones al margen, ese comentario me llevó a interrogarme sobre los motivos que hacen de esta actriz una de nuestras favoritas. Ahora, ¿es necesario analizar aquello que se ama o mejor es simplemente disfrutarlo y ya? Es posible que ésta sea la solución adecuada. No obstante, si escudriño esta devoción es porque me apetece hacerlo; y si escribo sobre el asunto, quizá sea con una intención persuasiva. Léase: abultar la secta de adoradores de Diane.

En principio, cabría afirmar que la amamos porque es una actriz de cine y eso marca una diferencia. Es decir, hay mujeres ampliamente conocidas, populares; mujeres en cuyas manos se encuentran los destinos de millones de personas, que pueden ser muy respetadas, admiradas, temidas incluso, aunque muy raramente amadas. La excepción tal vez sea Eva Perón, pero ya sabemos que también ella gastó suelas en los sets cuando su apellido era el más descamisado Duarte. Es que el cine, nadie lo ignora, rodea a sus “trabajadoras” de un halo de magnificencia, más hijo del misterio que de la razón. Si no ¿cómo puede Meg Ryan, la insipidez personificada, tener tantos admiradores? Y, en ese universo, Diane es una estrella. Vamos, que ni tan famosa como Julia (aunque ahora Julia solo brilla por su ausencia), ni tan divina como Greta, pero estrella al fin.

Dos mojones signan su camino cinematográfico: la saga de El padrino y su ciclo a las órdenes de Woody Allen. En cuanto a la primera, esa chica tan americana contrastando con el súper italiano Michael Corleone (contraste que se agudiza en la segunda y en la tercera partes, cuando la desilusión y el temor le ganan la partida al amor), supuso un más que auspicioso debut. Con respecto al “ciclo Woody” (El dormilón, Manhattan, Interiores, Misterioso asesinato en Manhattan), es en él donde se convierte en un ícono: la neoyorquina culta, conflictuada, moderna (incluso en La última noche de Boris Gruchenko, filme de época, es moderna). La ropa, los gestos, las actitudes, aun los planteos que aparecen en los textos escritos por Allen, están (reconocido por el propio director) inspirados en Keaton. Aunque ella ha declarado que lo que hizo Allen, especialmente en Annie Hall, fue idealizarla.

Luego, ya instalada en Hollywood, realizó una serie de películas, unas mejores que otras: Esperando a Sr. Goodbar, Mrs Soffel, Reds (en la que pone de manifiesto su faceta de activista), ¿Quién llamó a la cigüeña?, Crímenes del corazón, El padre de la novia, Alguien tiene que ceder, figuran entre las más atractivas. ¿Qué decir de esos trabajos? Que más allá de la solidez en sus actuaciones dramáticas, es la comediante la que deslumbra. Una comediante que al manejarse dentro de un registro realista se distancia de las grandes trágicas (Meryl, Glenn) que, cuando descienden a la comedia, suelen exagerar la nota. De sus “labores alimenticias” surge la impresión de “hago esto –no muy brillante- para pagar aquello” (produjo, por ejemplo, Elefant de Gus van Sant). Pero, aun en estos casos, es interesante el modo en que se las ingenia para inmiscuirse en proyectos en los cuales “el qué” (feminismo, pena de muerte) importa más que “el cómo”.

Sin embargo, intuyo que al margen de estos valores “objetivos”, la amamos porque allá en nuestra adolescencia, cuando nos sentimos -¿nos hicieron sentir?- los raros del colegio, toparnos con alguna de estas películas (en mi caso Manhattan y Annie Hall) nos ayudó a comprender que la inteligencia, la gracia y la neurosis eran perfectamente compatibles. Que no estaba mal cuestionarse, que también la vida iba de eso.

En un relato de Manuel Puig, incluido en Los ojos de Greta Garbo, dos locas italianas sumamente apenadas por la muerte de la espléndida Silvana Mangano, hacen lo que hago hoy: desgranan una historia de amor. Seguramente así de tristones nos hallará, a mi amiga Lorena y a mí, el nefasto –y ojalá lejano- día en que Keaton “salga de gira para siempre”. Aunque esa partida tendrá su consuelo: el de ver a Annie enfundada en sus trajes masculinos caminando las calles de una mítica Manhattan. Así sea.

10 comentarios:

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Está hermosamente redactada tu elegía, eso no se discute. Pero me quiero pelear un poco: ¿Te parece que EL PADRE DE LA NOVIA es una buena película de Diane? Me parece un papel anodino, que podría haber hecho cualquier actriz de televisión de mediana edad. Realmente desperdiciar su cara en ese producto consevador de Hollywood es un error. Te tiro otras horribles películas en donde Diane, lejos de darles un poco de dignidad a los film, se deja pasivamente atrapar por sus tramas ñoñas: BABY BOOM (1987), COLGADAS (HAGING UP, 2000) (Aquí toda la culpa es suya porque encima la dirige y sale la, para vos, insípida de Meg como su hermana, peli que dan a cada rato y no soporto más de cinco minutos), EL PADRE DE LA NOVIA 2 (¡Basta, Diane! Si es por dinero, hacemos una vaquita y te la eviamos) y una última espantosa, PORQUE LO DIGO YO (2007) donde hace de madre de la gordita ésta que mejor que siga cantando y no actuando llamada Mandy Moore. (También la pasan a cada rato).
A mí, particularmente, me da pena cuando se deja convencer para estos proyectos... No lo hace Meryl y cuando participa en algo comercial lo transforma, en EL DIABLO SE VISTE A LA MODA, da vuelta la película.

En todas las demás películas, acuerdo total con vos y panteón a Diane, incluso en esa pequeñísima participación en DIAS DE RADIO donde solamente canta y lo hace para darle un broche de oro a esa genial cinta de Woody.

Vamos a Meg, yo la amo solamente en tres películas, antes de las cirugías destructivas, los malos guiones y esas ganas de volverse pervertida y mala cuando no le sale. Éstas son CUANDO HARRY CONOCIO A SALLY (1989), SINTONIA DE AMOR (1993) y TIENES UN E-MAIL (1998). Asociada con Rob Reiner (como actor o director), Nora Ephron (siempre guionista y directora de las dos últimas) y Billy Cristal y Tom Hanks como co-protagonistas hizo sus mejores cintas. Yo no me canso de verlas. La casa de Tom Hanks en Seattle, por ej, es mi sueño de casa, hay veces que la veo solo para ver detalles de esa vivienda.

Quebrada mi lanza por Meg y su período de gloria, con todos sus tics, sus sonrisas encantadoras y sus movimientos de cabeza, me despido.

sergio dijo...

Muchas gracias por los elogios. Ahora, si vamos a pelear, peleemos.

Cuando leí las películas de las que participó Keaton, que no le gustaron pensé: “Bueno, esta chica debe ser fan de Tarkovsky”. El caso es que al continuar leyendo me encuentro con una defensa de Sintonía de amor y Tienes un e.mal. Bueno, amiga, pongámonos de acuerdo ¡No puede decir que Baby Boom es mala si después dice que le encanta esa tontería melosa de cuarentones conociéndose por un programa de radio!

En cuanto a Meryl, coincido: ella es más grande que todas las películas en las que participó. Creo que es su defecto. Digo, Meryl no tiene su Padrino o su Annie Hall.

De la insipidez personificada, no puedo decir nada. Excepto que ya operada creo que trabajó con Hugh Jackman. No lo podría aseverar. Ja.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Kate y Leopold... esa es la Hugh Jackman, muy mala realmente.

Gera dijo...

Amo a esta mujer!

Cecilia Restiffo dijo...

Sergio: coincido con Paula es hermosa su elegía, creo fervientemente que Diane es una de las mejores actrices de este y varios tiempos más, quizás tiene películas mejores y otras no tanto, lo importante es ESTAR probar papeles, directores, guiones y sobretodo no dejar de practicar el oficio.
Creo que, como en la literatura, toda obra deja algo en uno, tanto las sublimes como las de poca monta. ¿Será que a Dianne le falta un clásico para ser más estrella aún de lo que ya es?¿O tal vez el fernet de anoche me dejó un mal recuerdo de lo que estuvimos hablando? GRACIAS POR LA VELADA DE MÚSICA, CINE, CINE, CINE, CINE, CINE, CINE Y ALGO DE LITERATURA...CON UD. ES SIEMPRE UN PLACER!!!

sergio dijo...

Ceci: la responsabilidad del desborde cinematográfico de la noche de anoche no es sólo mía. Digamos que el 33,33333 es mía. El resto, tiene nombres: Fernando y Paula.

En cuanto a Diane, es una devoción compartida. Es, creo, una de las figuras más icónicas de los 70. Mucho más que algunas estrellas de rock.

Gracias por la velada y por este comentario. Besos.

Fragaria Vesca dijo...

Se acuerda cuando fuimos al cine a ver "Alguien tiene que ceder"? Qué placer compartido.

sergio dijo...

Fragaria:

¿cómo olvidar esa tarde, esas risas, ese libro que me regaló? Ud y yo estaremos unidos hasta que el Alzheimer nos separe.

Héctor Baptista dijo...

amor....nada mas. Anie Hall, increible!!!

Marisa Perez Alonso dijo...

Me gustó mucho esta elegía, y su musa dio hasta para inspirarla. ¿Para pensar? Sigo pasándola bien con pelis simplitas como tiene un e-mail, y sigo disfrutando de tanta sapiencia cinéfila. Gracias!!!