25 de septiembre de 2007

VARIACIONES SOBRE -CASI- EL MISMO TEMA

I




Cuántas veces, aturdido por los tráficos humanos, se ha apeado y permanecido en el andén, solo como el capullo que en el jardín del invierno detona su color. Y después de larga ausencia, recuperadas la calma y las ganas: un puñetazo en la cara: la confirmación de que impávida la vida siguió su curso.




II




Desde el andén mira las partidas, las llegadas. Desde el andén mira y piensa: “debería comenzar a moverme”

10 comentarios:

Hernán Schillagi dijo...

Sergio: veo que charlar y charlar sobre nuestros post deja su huella.

Estoy tentado en hacerle -casi- el mismo comentario, pero no. Ud. aquí -hiperbatónicamente como siempre- se enrosca en el tema pero le encuentra una salida (¿respuesta?) a la cosa.

Acaso "comenzar a moverse" sea lo más "inteligente" que una persona pueda hacer.

Anónimo dijo...

Mientras no se mueva como un epiléptico, inconsciente, babeando y en el mismo lugar.

(Perdón por este derroche de optimismo).

Paula

Anónimo dijo...

Me quedé colgada...
¿Estás pasando de "Penélope" a "Bienvenidos al tren"?
Paula

Nituni dijo...

Te he dicho ya que lo que escribis es excelente?
Escasos son los momentos en que podemos quedarnos en el andes. Escasos pero necesarios a veces.

sergio dijo...

Hernán:

Odio hacer esto, y no me refiero a responder, sino a tratar de recuperar algo que hace unos días le escribí y que el servidor no publicó. Lo más sensato sería ir en otra dirección, pensar algo distinto, pero sencillamente no puedo y me enrosco y ya ve, voy llegando al final de mi comment a su comment sin haber dicho absolutamente nada.

sergio dijo...

Paula:

Ojalá fuera una Penélope, tendría por lo menos un bolso de piel marrón. Lo mío es mucho más precario.

En cuanto a la bienvenida al tren, el Sr Menem debería haber dejado alguno en funcionamiento para que yo me montara en él.

sergio dijo...

Nituni:


Mercy, mercy, mercy. Lo digo muchas veces para que suene más francés y no se note tanto que no sé otra palabra en la lengua de Racine.

Anónimo dijo...

Muy buenas respuestas... gracias por la risa. Te imagino esperando el tren en Palmira... llevando tus pertenencias en una bolsa de Vea. De este lado del puente de hierro cualquier relato mítico se vuelve una historia patética. Es lo que nos toca.
Paula

Luis Guillermo Franquiz dijo...

Hola Sergio. Me gustaría pensar que de una u otra forma, en algún momento la vida misma empuja para abordar y despedir el andén.
No sé si deba a que en cierta medida me identifico con tus palabras. No sé si se deba a que de vez en cuando me gusta apearme y observar a los que pasan. No sé si se deba a que, lo reconozco, algunas veces me aterroriza volver a continuar mi viaje.
Pero aquí voy...

sergio dijo...

Luisgui:

que bueno que se haya montado a este tren virtual y se haya apeado en mi muy pequeño planeta!! Se lo extrañaba.

Siempre, luego de una temporadita en los andenes, el regreso al movimiento es áspero. Sobre todo porque el resto, incluso nuestros seres más amados, continuó su peregrinación y de algún modo son otros y nos cuesta reconocerlos. Esto, obviamente, es pura metáfora.

Gracias y suerte en su puesta en marcha.