17 de agosto de 2010

POEMA


las paredes ahora blancas
antes fueron rosadas
aunque envejecido
el jardín es el mismo

pero este poema
no debería versar sobre escenarios
debería en cambio
detenerse en los personajes que allí actuaron
un niño sobre todo
un niño sombrío
que andaba la calle de los álamos erguidos como centinelas
con una única pregunta en la boca
¿por qué abandonar la casa del amor
en busca del infierno escolar?

este poema sin embargo
para no derivar en melodrama
debería fijarse
en la fuerza gentil del hermano mayor
en la alegría de las mochilas
guardadas en el ropero durante el verano

pero este poema
no debería olvidar
que pese a todo
el niño desbordó su ropita
sobrevivió al coro agorero del pueblo

como se ve
ni tan dichosa ni desafortunada
como la vida misma
esta obra que había aspirado al largo aliento
para no caer en vulgar libelo de autoayuda
aquí deja de mover los labios

3 comentarios:

Hernán Schillagi dijo...

Sergio: muy interesante la voz del yo lírico. Parte del desencanto y ríe amargamente. Pero no se engaña ni cae en la autocompasión.

Hace unos años los poetas reflexionaron sobre la poesía misma hasta el hartazgo ("metapoesía" que le llaman), sin embargo lo que veo aquí es que la experiencia está por encima de la literatura (por la literatura) y cualquier lector podría entrar en empatía con ese niño medio caprichoso que no quiere ir a la escuela.

sergio dijo...

Digamos que mi trabajo de los últimos tiempos tiende justamente a eso, a evitar al autocompasión. Llevar a mi poesía algo que está siempre o casi en mi vida: la distancia del humor. En este caso, sin caer en el chiste boludo.

En cuanto al niño que no quiere ir a la escuela, no es capricho, es fastidio y miedo. Creo.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Me gustó cómo el yo lírico, a través de una imagen presente, pasa al recuerdo de una pasada -la casa rosada- y, a partir de ella, hace surgir la anécdota, la rememoranza infantil precisa. Como en tantos de tus poemas, vuelve "la edad de oro" del niño taciturno a quien protege la naturaleza del paisaje, "los álamos centinelas" en este texto, por ejemplo.
Hernán hablaba de ese niño caprichoso con el que nos podemos identificar... Yo, "mafaldera de la primera hora", pensé inmediatamente en Felipe y esas ganas terribles de que alguna catástrofe ocurriera en su escuela para no tener que ir.

Me encantaron los opuestos casa del amor/ infierno escolar.