17 de noviembre de 2011

UN POEMA PARA NO DORMIR



Morfeo juega a las escondidas conmigo
que me pierdo en los laberintos espinosos del ayer
en los no menos espinosos laberintos de tu ausencia

pero como no renuncio
pero tampoco lo encuentro
caigo en su trampa: y se sabe
para el cazador la impaciencia es un yerro
del que se vale la presa
para abrir las distancias

y aun cuando un peso en los párpados del alba
anuncie la vecindad del tan deseado
este encuentro tardío es incapaz
de devolver a sus fuentes la hiel
que horas de pastillas y cigarrillos
y sábanas angustiadas destilaron.

1 comentario:

Hernán Schillagi dijo...

Amigo: el insomnio como una forma de soledad.

También pienso en cuántos planes se envalentonan en una noche despierta y que, con el primer rayo de sol, quedan cegados de cobardía. "Mañana le canto las cuarenta", pero al otro día, nos quedamos mudos.

Apoteótico:

"y se sabe
para el cazador la impaciencia es un yerro
del que se vale la presa
para abrir las distancias..."

Medular en el poema y perfora la lectura hasta que duele.

Un abrazo que no dé sueño.