27 de marzo de 2012




Contar la historia
de cuando pese a ser una boca hambrienta
y aunque no sabía casi nada
oscuramente supe
que los platos exhibidos
no me colmarían

focalizar el momento
en que reemplacé imaginación pura
por fotos de revistas
fresco chaparrón en ese páramo
que suelo llamar mi juventud

detenerme en el instante claro
cuando a la sombra anciana de los robles
intuí que el asco
no era mueble para mi casa

blanquear la historia del hambre sí
pero también la del conocimiento
de que hallaría saciedad
solo siendo otros
en otros lugares otros tiempos

la historia del libro
como alimento y salida
historia que aún no encuentra
quien amorosamente componga
sus líneas finales.

1 comentario:

Hernán Schillagi dijo...

Sergio: complicado poema ha escrito y publicado Ud., amigo.

Hay un par de referencia personales que me despistan como la de: "intuí que el asco/no era un mueble bonito para mi casa..." ¿El "asco a qué"? Humm, se me ocrren varias cosas, pero no me cierran.

Por otro lado, hay cierta "peligrosidad" con el doble filo de la ironía. Uno que lo viene leyendo a Ud. hace años entiende, pero ese "bonito" y ese "amorosamente", suenan raro.

¿Vivir las vidas que nos faltan a través de la ficción? ¿Soñar con ser un rockstar, quizá? En eso hemos (y estamos) todos de algún modo: "la del conocimiento/ de que hallaría saciedad/solo siendo otros/en otros lugares otros tiempos..."