Cuando el sol
apenas entibia
espero
y más tarde
y luego aún
espero en mis
manos que corren
como niños
salvajes hacia las cosas,
en el deshielo
de mi nuca
al calor del
eco
de mis pasos
solos en calle oscura
pero no solo
también en la
alegría de cobijar
el aroma de las
primeras mandarinas,
en la rabia de
mi estómago
alimentada por
el carbón mezquino
de príncipes y
mercaderes,
en la
electricidad emanada de una caricia
que en su
recorrido
eriza vellos activa
el sexo
espero
aunque lo
niegue mi lengua
y como un
latigazo haga sonar
su ya no es tiempo,
la desmiente
el resto de mi
cuerpo.
1 comentario:
Sergio: ¿Habrá un límite etario para "flashear"? Hay una sobredimensión de la adolescencia tan instalada que parece que, pasados los 20, ya no podemos sentir un enamoramiento (o arrobamiento, como te gusta decir).
Como si un repentino otoño se nos instalara en el cuerpo y no hay posibilidad de sentir los estertores propios de la juventud.
Aunque más allá de lo cultural, me parece que el paso del tiempo y los prejucios nos hacen endurecer el lomo frente a los golpes eléctricos del amor.
Que me ha gustado tu poema, que su musicalidad es "arrobadora", ya que no se conforma con la "idea-verso", se corta, entrecorta, fluye y busca un cauce tortuoso, pero placentero al mismo tiempo.
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