22 de septiembre de 2006

Y un día en la adolescencia, pese a todas las recomendaciones de mi mami, tomé a Dios y sus bártulos y los arrojé de la casa. Y creí que era suficiente, que bastaba, que de allí en adelante sin todo ese peso a cuestas, sería feliz y libre.

Mas lo que vino fue el vértigo ante la extensión inmoderada del vacío. Ya no había un orden, un eje, todo se perdía, nada conducía a nada. Y si bien es cierto, que había en mí la arrogancia (vociferada) del que percibe la armonía entre su pensamiento y su obrar, no es menos cierto, que ese orgullo era incapaz de acallar las voces del miedo. Además lo otro, insoslayable: la obligación de lidiar con los residuos de la presencia de Dios, del Dios de los curas, lo que no tiré porque no pude: pecado, castigo, culpa.

Y desde entonces, ligar este conocimiento (“que nada me espera, lo sé, nada me espera”) con la necesidad de echar a un lado las interdicciones, se ha transformado en una de las ocupaciones fundamentales de mi vida.

16 comentarios:

Adrian Pegaso dijo...

Dejo saluditos!

Bexos
Ad

Anónimo dijo...

Dios ocupa en mi vida un lugar de certeza; sin rostro, sin voz.
No entiendo a los ateos... piensan y piensan en algo que NO EXISTE y caen en la trampa: Dios se materializa en sus pensamientos, ergo existe... y les saca la lengua (si es que tiene el costado irreverente que yo le atribuyo).
Paula.

sergio dijo...

Paula:
No es de dios de lo que se trata, mucho menos de ateísmo (eso dejémoselo a su amigo Toledo, que ya lo hace y muy bien, ¿no?)Lo mío es otra cosa, es...una especie de nostalgia del que fui y para ser más preciso, nostalgia de esas certezas que organizaban y simplificaban el mundo, y me temo, se encuentran ya y para siempre perdidas. Y luego, ya lo digo en el post, la obligación de lidiar con los restos de una educación colmada de historias que "no me son", pero que de tan arraigadas resultan muy difíciles de extirpar.

Fernando G. Toledo dijo...
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Fernando G. Toledo dijo...

SERGIO:
Malo. Nunca me has comentado nada y yo quería pagarte con la misma desidia. Pero aquí me ponés un cebo, ¿no?
Sólo una cosa: esa bolsa que sacaste siempre estuvo vacía.

PAULA:
Por mucho que lo intento, no consigo tener aquí o allá a Uma Thurman, por más que esté en mi cabeza. Y menos que me saque la lengua, que si lo hiciera se la como. Pero sí entiendo tus palabras desde otro punto de vista. Desde el que dice que el hombre creó a Dios a su imagen y semejanza. Entonces, ¿qué es lo que cuesta entender de los ateos? ¿Qué les parezca importante desencantar el mundo? Total, el mundo igual es "encantador".

Fernando G. Toledo dijo...

¿Conocen el poema de Joaquín Giannuzzi Teólogo en la ventana? Póngalo de soundtrack de esta publicación.

Hernán Schillagi dijo...

Sergio: veo que Ud. anda revisitando su adolescencia y, parafraseando a Spinetta, esta etapa de la vida que adolesce es un Dios en sí misma. Las nostalgias son valiosas, tienen ese dulzor que quema por dentro, pero que al final nos espera lo agrio. Paula, está bien que no nos entiendas a los ateos: es recíproco. Sin embargo, tuve una charla yendo hace unos días a Villavicencio y ante la "incomprensión" de mis amigos que me decía que "qué harías vos si se te presenta una señal". Les contesté sin sobrebia: "Que se presente, yo no necesito creer. Sin más."

Para terminar, todos deseamos una unidad, un mundo simplificado, con TODAS las respuestas. Lo acepto. Aunque recuerdo un haiku que decía:

El mundo es rocío
el mundo lo es,
pero...

Fernando G. Toledo dijo...
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Fernando G. Toledo dijo...
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Fernando G. Toledo dijo...

HERNÁN, PAULA y SERGIO:
Y ya que estamos de vuelta en la adolescencia, de cita en cita, y de a-diós en a-diós, que venga Spinetta, en modo Pescado Rabioso:

"¿Cómo hacer que este valle de huecos
no suba más por mí?
No tengo más Dios,
no tengo más Dios".


De Cristálida (Pescado 2).

Hernán Schillagi dijo...

Y otro de Sui Géneris:

Mirábamos de pie por la ventana al sol,
al cielo, las nubes y a Dios.
Sabía yo creer el cuento sin razón,
al hada, la bruja y a vos
(...)
Y ahora estoy tan confundido,
y ahora hay humo alrededor
dónde está el sol?
dónde está Dios?
Dime quién me lo robó.


Patético...como la adolescencia. Por lo menos la mía.

sergio dijo...

Quebrantapájaros y Fernando:

Para ser sincero el texto estaba allí desde hace un tiempo pero sólo lo publiqué después de asistir, con quebrantapájaros, a una más que aturdidora función de La mala educación de don Almodóvar.

Y sí, tiene que ver con una especie de revisión de mi adolescencia o de mi vida en gral, no lo sé muy bien.

En cuanto a Dios, raramente pienso en eso, no tengo necesidad de creer que algo sucederá después de mi muerte, pero en esto como en todo no me tomen demasiado en serio, no son un hombre de tan firmes convicciones. Por ahí mañana me sale un flemón (ni siquiera un tumor, con un flemón alcanza) y termino tocando la guitarra en algún templo evangélico.

sergio dijo...

Fernando:

Debo decir que he entrado a su blog varias veces, pero sólo en dos oportunidades intenté comentar (una vez tenía que ver con la maravillosa Tilda y la otra no recuerdo) y su servidor o como se llame no me lo permitió. Y luego, de tanto en tanto he pasado pero los textos son taaan largos y densos que la verdá que mi pende-ciber no es el lugar más apropiado para leerlos (Onfray, por ejemplo). Lo que sí, su casita es la más linda de todas las que he conozco...

Anónimo dijo...

Hernán, la música de ese tema también es PATÉTICA. La imagen de mi misma cantando esa letra desgarrada a grito pelado también lo es. Los treinta nos hacer recuperar un poco de pudor.

Hernán Schillagi dijo...

Paula: lo peor es que a veces (en la actualidad) agarro la guitarra y como tiene tres notas y la recuerdo, me la pongo a cantar. Lo patético tiende puentes inimaginables. Eso sí, mis gritos son más peludos.

Hernán Schillagi dijo...

Una queja para Sergio: ahora Toledo comenta aquí y no visita quebrantapájaros. No es justo. Sos la femme fatale de los blogs. ¡Cantame un bolero!¡Jajaja!