22 de mayo de 2008

CUANDO APRIETA EL FRÍO (DE LA TREINTENA)

Ahora somos parias de casamentera
Tamara Kamenzsain.


“Te esperé, te escribí doce poemas (Detalle: Odas a tus pies, tu cabello, tus manos, tu cuello; Sonetos a tu lengua, tus muslos, tu voz, tu corazón; Elegías a tu sexo, tus nalgas, tus ojos, tus labios), amargas quejas derramé en mi diario, te añoré, te maldije. En fin, que ya no hay nada que hacer o decir, sino que estás fuera. Y se sabe que esto es lo mejor. Pero también, que si llamaras, correría, volaría hasta tu casa. Esto también se sabe."


Más allá de sus obvias deficiencias, este texto me llevó, cual Carrie Bradshaw, a preguntarme qué tanto nos desesperamos cuando estamos solos y hemos vadeado hace un tiempo la temible barrera de los treinta. O, para ser más claros, qué humillaciones, torturas, ninguneos estamos dispuestos a tolerar simplemente porque abandonada nuestra primera juventud, nuestra lozanía, sentimos –nos hacen sentir- que esta puede ser LA ÚLTIMA oportunidad.

Me gustaría, amigos, saber qué opinan al respecto. Y esto aun si son tan afortunados como para que el asunto no los roce, porque como dijo Jauretche, “no hace falta ser caballo pa saber de carreras”. ¿Es una cuestión que nos atañe después de los treinta o es el sempiterno (¡¡siempre quise usar este adjetivo!!!) horror a la soledad que puede padecerse a cualquier edad?

Desde ya, la ciencia y este servidor, agradecidos.

12 comentarios:

po(br)esía dijo...

Voy a citar a Rilke, homónimo:

"También es bueno amar, porque el amor es difícil. Tener amor un ser humano por otro: esto es quizá lo más difícil que nos ha sido encomendado; es lo supremo, la última prueba, el examen, el trabajo ante el cual todos los otros trabajos no son más que preparación. Es por eso que los jóvenes, novicios en todo, no dominan el amor: tienen que aprenderlo. Con todo el ser, con todas las fuerzas concentradas en torno a su corazón palpitante, solitario, ansioso, desbordante, tienen que aprender a amar. Pero el período de aprendizaje es un largo período de clausura, y así, para el que ama, amar es por mucho tiempo y a lo largo de la vida interior: soledad, acrecentado y ahondado aislamiento. Amar no es nada que signifique consumirse, entregarse y unirse a otro (pues ¿qué sería una unión entre seres imprecisos, rudimentarios, todavía subalternos?); es, en el individuo, un sublime pretexto para madurar, para convertirse en algo, en mundo, en mundo para sí por amor a otro; es en él una gran e inmodesta exigencia, algo que lo elige y lo llama al infinito. Sólo en este sentido, como deber de trabajar en sí mismos ("escuchar y martillar día y noche") deberían los jóvenes usar el amor que le es dado. Consumirse, entregarse y unirse –en todas sus formas- no es para ellos (que todavía largo, largo tiempo deben ahorrar y acumular), porque es la culminación, es tal vez aquello a lo cual todavía no alcanza la vida de los hombres.
(...)
Es verdad que muchos jóvenes que aman falsamente, es decir, faltos de soledad, simplemente entregándose (el promedio siempre se mantendrá en esto), sienten como la opresión de una falta y a su manera quieren hacer apto y fértil para la vida el estado al que han llegado; pues su naturaleza les dice que las cuestiones de amor, menos aún que todo lo que es importante de otro modo, no pueden tener solución pública, con arreglo a tal o cual convenio; que son cuestiones inmediatas entre ser y ser; que en cada caso necesitan una respuesta nueva, particular, solo personal... Pero los que ya se han confundido y no se limitan y diferencian más, los que ya no poseen nada propio, ¿cómo habrían de hallar una salida de sí mismos, de lo profundo de la ya derrumbada soledad?

Rainer María Rilke: Cartas a un joven poeta.

Ves Sergio, que vas por la buena senda. Te digo y me repito.

este beso hace boomerang y vuelve para ser más grande la otra vez

s | p

Fragaria Vesca dijo...

Sergio, amigo: nunca se sabe cuál es LA ÚLTIMA, ni cuándo LA PRÓXIMA. En todo caso, es útil no des-esperar (la esperanza es lo primero que se recupera). Mientras estemos enteros -léase íntegros- da lo mismo solos que acompañados.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Detrás de mis dos ventanas, los ataques de pánico, las gastroenteritis frecuentes, las frases de las canciones que ya no consuelan, las sábanas con bordes de seda (que curiosamente son más ásperos que tobillos), los libros que se apilan para liberarme o asfixiarme ; detrás de los intentos de pintura que han vuelto, de mi embrionaria literatura (más necesaria que el agua de las bocas que no llegan), de mi palabra acompasada, clonozepam mediante, está el GRITO de un pichón de 34 años. A veces atemoriza como en el cuento de Cortázar "la puerta condenada", a veces se ablanda en el aire y llega como una extraña melodía. Pero está. SOLA, me dice. Todavía no sé por qué se rié. Sabrá cosas que desconozco.

Luis Guillermo Franquiz dijo...

Después de una cuidadosa lectura de las notas precedentes, por un momento siento que agregar algo (cualquier cosa) estaría sobrando... pero me animo. Me atrevo.

Considerándome ajeno a lo convencional, creería que todo depende del estado de ánimo, de los caminos y encrucijadas que han convocado la inefable pregunta, de las historias paralelas que han acompañado el tránsito de nuestras palabras. ¿Es una sola historia? ¿Puede ser una historia colectiva? Aquello que pulsa en ti, en las tres amigas anteriores, en mí, ¿proviene del mismo vulnerable anhelo? No lo sé.

Con calma he asumido, ahora después de los treinta, que la mayoría de las veces tengo más preguntas que respuestas; pero sonrío: también he aprendido que no debe preocuparme.

Disfruto con mis lecturas consecutivas, el torrente volcado en mi diario, las conversaciones esclarecedoras una que otra madrugada, las narraciones que lentamente logro ensamblar y la compañía virtual de gente como tú, como ustedes. El amor, como tal, estará siempre presente en mis fantasías y esperanzas; quizás algún día aparezca cabalgando en su blanco corcel... Sí: todavía tengo ilusiones.

Hasta entonces, me preocupo por disfrutar del paisaje circundante y de las páginas no escritas.

Un abrazo.

YOR dijo...

…sospecho de conspiraciones. De argumentos armados a propósito. De ideas inoculadas mientras dormimos, mientras escuchamos la radio.
Desde chiquitos nos joden la existencia. Nos dicen que esto es aquello y esto otro, nos arman conexiones nefastas, nos hacen concluir en un reducto sin salida.
Lo bueno del fin de siglo es que conviven pensamientos dispares, alborotados, coloridos, todos juntos, promiscuos.
No se me canta la soledad apesadumbrada.
No me apetece el plato del que me dijeron que sabor sentir.
Me importa un carajo que una pila de pelotudos me vendan el producto de alguien perfecto para mí. Rondando en el mundo, esperando ser descubierto.
La plenitud prometida.
La no necesidad.
La complementariedad perfecta.
El fin del rompecabezas.
Y si algún día todas las piezas cayeran en su lugar y viera el paisaje completo, estoy seguro que extrañaría el movimiento de los fragmentos sueltos por todo la mesa, la incertidumbre, lo que no ha llegado, lo que pretendemos existe pero sabemos no es posible, me llena, me gusta.
Suelto ando, de a ratos nos acompañamos, pero no hay garantías de un “siempre” para estos cuerpos con fecha sorpresiva de caducidad.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Sergio, releyendo los cinco comentarios que te hemos hecho, encuentro grandeza en cada uno. Hace mucho que no tenés tanta calidad en tus lectores.
Pilas y responde pronto.

sergio dijo...

Pobresía: hermoso el texto, tanto como para leerlo una y otra vez, como para leerlo la vida entera.

sergio dijo...

Fragariamiga:

Sí, la esperanza es lo primero que se recupera: una palabra, una mirada y de repente, está allí, de pie ante nosotros que “como hojas al compás del viento loco de agosto, bailamos”.

Gracias por su comentario y por su excelencia como PP.

sergio dijo...

María:

Mi comment a su comment lo redacté en papel en mi casa. Por su última intervención deduzco que ha vuelto a leer lo que dijeron mis amorosos lectores. Entonces, ya no será necesario recomendarle que relea las palabras de Rilke que tan generosamente nos acercó pobresía.

En cuanto al resto de su comment, permítame detenerme en “las frases de las canciones que ya no consuelan”. Le sugiero que una mañana de estas, mientras realiza las labores domésticas, escuche al palo algo como “Querida, dime cuando tú/ dime cuando tú/ vas a volver, ah, ah” de Juan Gabriel. No sé si podrá sustituir al clonazepan, pero le hará bien por un rato; le pondrá, como ud dice, muchas pilas.

Por otro lado, el texto –su comment- me pareció muy hermoso.

Gracias.

sergio dijo...

Luisquerido:

Te interrogas “¿proviene del mismo anhelo?” Y yo, que también tengo más dudas que certezas, intuyo que sí. Que nace del tan loco y tan humano deseo de amar y ser amado, o creerlo (después de los treinta, sospecho que da lo mismo).

Gracias por enviar tus palabras que de tan tropicales, entibian este muy frío otoño austral.

Besos.

sergio dijo...

Yor:

Estoy de acuerdo con gran parte de lo que dice. Desde siempre nos dicen cosas, lugares comunes, esos de los que tan sensatamente Barthes sospechaba. Sin embargo, hay un lugar común que algo de cierto tiene: en ciertas circunstancias, la soledad es bastante pesada, difícil de llevar adelante. Me refiero a los momentos en los que uno no quiere estar solo. ¿Qué hacer entonces? ¿Agarrar cualquier cosa? ¿lo malo conocido? ¿lo malo por conocer? O es que ¿hay en algún lugar algo bueno por conocer? No es pesimismo, es un dato de la realidad: siempre he ligado lo malo (no soy tan ingenuo como para creer que son otros los responsables, sé que algo en mí busca eso) Igual, cero desesperación. Porque como dice Fragaria “la esperanza es lo primero que se recupera”.


Gracias por comentar.

PD: ¿vio que no dolió?

Anónimo dijo...
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