15 de noviembre de 2008

SUBÍ QUE TE LLEVO


Abro los ojos, y mientras dejo caer los pies al suelo, abro la boca, dejo caer un “¡concha!” Y no es que yo sea de esas personas que lloran el abandono precipitado del lecho. Bueno, alguna vez sí. Alguna vez, como aquella cuando no fue una alarma de reloj o, en su defecto, mi voluntad quien me desalojó de la cama. Aunque no es este el caso. El caso es que a esta hora debería estar tocando la puerta de mi amigo, el laureado poeta H. S. Pero como mi siestero reposar se prolongó más de lo previsto, llegaré tardísimo. Por supuesto, me asalta la culpa. No, no me malinterpreten. La culpa no es por la espera que le infrinjo, sino por el tiempo que habré desperdiciado de su deliciosa conversación ; )

Entonces, para hacer menos notoria mi demora, y como sé del calamitoso estado de los colectivos que trajinan los caminos del Este, esos que cada vez nos obligan a preguntarnos: “pasará?, ¿debería darme la antitetánica antes de subirme?”, decido montarme en un remís.

Y eso hago. Trayecto: Palmira - San Martín. Duración aproximada: 20 minutos.

Como resulta que soy el primer pasajero, me siento junto al chofer. A poco de andar suben otras personas, al parecer miembros de una familia, que hablan entre sí. Aunque la conjunción de un ruidoso motor y una radio encendida (88.3 Latinos FM ¿qué esperaban un remisero enamorado de Vivaldi?) me impide descifrar lo que dicen.

Y así vamos, tranquilos, hasta que sucede: se nos adelanta un coche, un Chevrolet de los años 70 y el chofer, mi chofer, presa de éxtasis, gimotea: “¡qué chiiiivo!” A lo que, para comentar algo (¡boca floja! ¿boca floja o a todos nos acomete, con taxistas y remiseros, idéntica obligación?), agrego: “A mi papá también le gustan. Cuando era chico, tuvimos uno”. Ese fue el pie que el señor necesitaba para dar comienzo a una larga, larguísima perorata, mezcla de oda y elegía (Oda a las virtudes de esas máquinas y los placeres de ellas obtenidos. Elegía: “y qué querés que te diga, ya no los hacen así”).

¡Un entusiasta el caballero! Que si los bulones, que si el cigüeñal, que si…. Y yo preguntándome: “ ¿todo eso tiene adentro un auto?, ¿no era la simple amalgama de chapas y ruedas?” En este momento me declaro incapaz de reproducir siquiera una ínfima parte de los términos proferidos por su argenta boca. Sin embargo, como soy muy educado, y por ende, incapaz de dejar a alguien hablando solo, jugué mi rol en la conversación. Es decir, puse caras al tiempo que colaba, aquí y allí, algún “ah, ¿sí?”, “claro, claro”, “¿sí?, mire usté”. Podría, no obstante, haber dejado quieta mi lengua pues el hombre, como cualquier fanático que se precie, no tenía el menor interés en lo que yo pudiera acotar.

¡Cuánta razón tenías Bergson con eso del tiempo subjetivo! Esos veinte minutos fueron de una insoportable eternidad, más insoportable todavía si atiendo a que mi propósito inicial era hacer lo que usualmente hago en esos viajecillos. Léase: en silencio mirar el conocido paisaje, los autos, la gente que marcha por la vida, mientras –nobleza obliga-, huroneo mi propia vida.

Y todo para llegar más o menos a tiempo a la casa de mi amigo, el premiado poeta, que además de esperarme con una parva de libros y anécdotas, se dedicaba a espantarse los mosquitos, que este año más parecen murciélagos que mosquitos. Eso sí, con una ramita de laurel y recostado, cual Sócrates en El banquete, en su reluciente futón blanco.

18 comentarios:

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Seguro que habló también de las llantas cromadas, pedalines de carrera, alerones y spoilers, escapes silens... demás chucherías del tuning que, por lo menos, triplican el valor de un auto viejo. Pero te podés encontrar con dos clases de fanáticos: los que les gusta el auto con todos los accesorios nuevos (del viejo solo la carrocería) o los que se vuelven locos buscando los repuestos originales... pasiones masculinas inexplicables.
Tus conversaciones me hacen acordar cuando en la sala de profesores algunas "madres" hablan del cumpleaños de sus hijos y comparan peloteros. ES COMO OÍR LLOVER. Voy a incorporar tu sentido del tiempo bergsoniano.
Sobre el poeta de los laureles... me lo imagino de túnica blanca y sandalias, leyendo. Me dan ganas de correr a mis Asterix y buscar uno parecido. H. "Horacio", poeta oficial, exclamando: "Carthago delenda est, como decía Catón el viejo...".

Me imagino que no lo abanicarás con una rama de palmera mientras él, en su futón, bebe el vino de los consagrados.

Hernán Schillagi dijo...

Bravo! Veo que mis súplicas de renovación en sus posts ha tenido su fruto colorido y alegre. Hay fotito (con ayuda, por supu) y una irónica crónica sobre la vida cotidiana. No quiero ilusionarme conque este es un volantazo (de cuero) al estilo de su blog. Sus prosas poéticas, amigo, son bien recbidas y mejor escritas, pero lo no literario mezclado con el humor son como un disparo directo a nuesro adormilado hipotálamo.

Yendo al punto. A mí me vuelve loco la coupé Chevy. Mi viejo tuvo dos coupés, pero GTX y era un caño. Las charlas con el remisero se reducen a: los autos, los controles policiales, el tiempo meteorológico y, obvio, el fútbol. En medio de la perorata, Ud. tendría que haber inyectado un "Qué calor de mierda", "Se viene una tormenta que se raja el culo". Así, con un lenguaje soez para despertarlo del éxtasis fierrero.
Con respecto a los laureles de su amigo, no creo que sean tantos y tan bien considerados. Aún hay gente (que se creía amiga y buena leche) que piensa (y lo dice traperamente) que esos premios son inmerecidos u obtenidos de modo deshonesto. Parece que no saben de quién están hablando. Sí, ahora que lo pienso, no saben nada de nada. Te juro que es preferible charlar con el remisero: él sabe lo que es la pasión y tener los dedos llenos de grasa. No como otros/as.

Celebro, futón mediante, sus palabras tan divertidas y ácidas. Un abrazo enorme.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Qué feas que son las puñaladas traperas, Hernán. Hay que decir las cosas de frente... y cuando te enterás de los nombres de esos supuestos "amigos" se debe combinar el dolor y la bronca. Pero hay que seguir tapándoles la boca, con la calidad que cada día aumenta, con el trabajo sin baches y con el apoyo de aquellos que pensamos que tu lírica es valiosa de verdad... y si algo no nos gusta, te lo vamos a decir a cachetazo limpio, CON MAYÚSCULAS ENOJADAS, ya sabés. La tanada que me sale por los peores costados.

Fragaria Vesca dijo...

Lo peor es que ¡tuviste que pagar por oír la alabanza automovilística!
Lo mágico es la imagen final de H.S., tendido en su futón cual en un flamante Cadillac Blanco de la inspiración poética :P

Anónimo dijo...

¡Bravo!¡Qué imágenes! Celebro sus palabras, fruto de la experiencia cotidiana, y sobre todo los encuentros con poetas reconocidos...

Anónimo dijo...

¡Bravo!¡Qué imágenes! Celebro sus palabras, fruto de la experiencia cotidiana, y sobre todo los encuentros con poetas reconocidos...

Unknown dijo...

Que cambio en tu escrituraaa, pero me encanta. Venias con mucha seriedad y ahora le diste lugar a la cotidianeidad con sus toques de humor...en tu caso, siempre presentes los guiones...

Son muy interesantes las charlas en los taxis...decime si Beckett, por momentos, no se sentiria orgulloso?? El absurdo de la realidad. Pero bueno, al menos a vos te hablaron de autos...a mi, la ultima vez, me comenzaron a hacer preguntas respecto a la sexualidad y cosas que me ruborizaron. Aun pienso con que habra manejado el taxista, dado el tono de la conversacion, ajaja.

Me encanta que postees textos "frescos"(no se si es la palabra exacta...me suena a verduleria) que diviertan al lector y susciten una sonrisa o un "a mi tambien me ha pasado".

Saludos

ACLARO: Nuevamente, la falta de tildes es a causa del teclado desconfigurado, asi que espero que logres entender lo que quise escribir.

YOR dijo...

El aire fresco del cambio es bienvenido, me has hecho reír y recordar la infinidad de veces que me he encontrado en situaciones semejantes. Lo pero es que, dada la circunstancia, uno no puede huir.
Un abrazo grande.

Hernán Schillagi dijo...

Sergio: el lunes lo vi reflejándose (sin ruborizarse) en una vidriera de ropa interior femenina a ése, su amigo, el poeta laureado. Me hizo una guiñada y me dijo que el único laurel por el que se vanagloriaba era el de amistades como la suya.

Por los comentarios, parece que valió la pena cambiar de tono. Como decía mi señorita Norma: "Es un niño muy aplicado. Siga así.

Anónimo dijo...

Qurido hermano,nadie mas que yo sabe lo que es eso,con 5 escuelas y sin auto, una se sube a cualquier cosa que ande mas rápido que tus pies;un rapartidor de huevos, de gas ,chacareros que llevan verduras a la feria y cuentas sus desventuras con el precio que les paga,el camión municipal, una motito de pequeña cilindrada, hasta el móvil policial(sabían que las puertas de atrás no se pueden abrir por dentro y el asiento es duro como el de los colectivos nuevos?) que me dejó frente a la escuela,lo que fue la cargada constante de TODOS los que me vieron llegar.
Todas éstas personas compartían conmigo su vida y yo tambien,por ser educada,acotaba algún "mire usted",asi consegui varias garrafita de esas de plástico que daban los de YPF gas.El jovén dijo: "chau y llevate 3 o 4 de esas porquerias que me tienen podrido"
Mi mamá los usa de especieros hasta hoy.
Siempre se saca algo positivo cuando haces seña y alguien se detiene!
Para mi está bueno eso de"subí que te llevo"
Te quiero.Carina

sergio dijo...

María:

el señor en cuestión no era un experto. Era más bien uno de nosotros. Es decir, uno de los que lloran los paraísos perdidos. Me parece que en el fondo de lo que tenía nostalgia era de su juventud. Lo del auto, sospecho, era totalmente secundario. Creo.

sergio dijo...

Quebrantafutones:

Este post, por supuesto, le está enteramente dedicado. Por varias razones. La primera es por la insistencia en que escribiera otra cosa. La segunda, por la amistad de tantos años. No sabe con qué ganas hubiera abandonado el trabajo para instalarme en su casa. Igual, siempre habrá otros miércoles.

Lo que sí, ahora me pone en un aprieto porque este es el único texto de este género que se me ha ocurrido en meses.

Los lectores deberán seguir soportando mi aire melancólico.

sergio dijo...

Fragaria:

¿Vio? parece que a nos, los simples mortales, los beautiful losers, lo que nos está faltando es un futón blanco.

sergio dijo...

Anónima:

Ud sabe lo amables y hospitalarios que pueden ser los poetas consagrados. Sólo faltaría que se tomara un tiempito y los visitara.

Gracias por el comentario.

sergio dijo...

Sobrenubes:

¿A usted siempre se me le pegan degenerados?

¿Será que su onda los estimula?

O mejor ¿no será que su desparramo hormonal alcanza las narices de los señores conductores?

En cualquier caso, estaría bueno que escribiera sobre estas situaciones.

sergio dijo...

Yor:

a no dudarlo, la imposibilidad de escapar es lo peor del asunto, pero al mismo tiempo, la clave para que estas situaciones se produzcan y, por supuesto, luego se escribasn.

Gracias por comentar. Se lo extrañaba.

sergio dijo...

Carina:

¡Tanta vida en autos de paso! Y todo para no pagar un colectivo, ¡ratona! Ya sé, que en los inhóspitos lugares en los que trabajaste en estos años, ni colectivos había.

Igual, creo que está buenísimo todo el anecdotario. Aligerado de los detalles gotescos te va a servir incluso para promocionar tu campaña cuando decidas ser directora general de escuelas. Lo de la docente abnegada siempre garpa.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

¡¡Qué espanto que son los remises truchos!! Desde la remisera que no paraba de mandar mensajitos de texto mientras conducía en piloto automático CIEGO por la "tranquilita" ruta 60 hasta el "buenazo" del remisero a Tres Porteñas que para hacerme una gauchada -llevarme a Alto Salvador-me dijo una frase tan argentina y generosa "en este taunus donde entran 7 pueden caber 8", "¿dónde?", pregunté yo con inocencia, maleta, afiches enrollados, "en la falda de la señora, ¿verdad que no se molesta?", "para nada", dijo la también buenaza de la mujer que me cobijo en su regazo hasta las lindes de Alto Salvador.
¡¡Qué épocas!!