14 de diciembre de 2009

LA PÉRDIDA DEL ENCANTO


De todos abandonado
arrojado a la manía del papel y la tinta
sufre la pérdida del encanto:
la acidez de sus comentarios no labra sonrisas
ni el rosario de sus obsesiones
encuentra oídos atentos como antaño.
Su personaje
en estudioso desvelo aprendido, en noches
de Woody, Bergman y Almodóvar,
ya no interesa.
Como un actor a quien la fama
soltó la mano, víctima del control remoto,
ha quedado atrás
en ese canal donde nadie se detiene.

10 comentarios:

Hernán Schillagi dijo...

Amigo: le comento con la condición que no elimine el post con comentarios y todo. Qué desconsiderado para la que le había dejado su parecer.

Si bien este poema podría entrarle a más de uno (Ud. debe saber el correcto, obvio), para mí el dardo de sus versos va dirigido hacia Roberto Pettinato. Me despistan un par de cosas, pero -más allá de la adivinanza- cuán bajo ha caído el otrora gracioso, corrosivo y punzante conductor. Pensar que cuando se pasó a América decía que iba a estar más "relajado" y sólo iba a hacer lo que le "gustaba".

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Hernán, no, no me ofendo de que me haya sacado con comentario y todo de su efímero post borrado, yo le propuse un giro de tuerca a su anterior poema y no hubo caso. Insisto, hubiera quedado un hermoso texto metáfisico lleno de reminiscencias a la infancia y al paso del tiempo, en fin.

Ojo, con el sujeto al que hace referencia el yo lírico, hasta los últimos tres versos, bien podría tratarse de la pérdida de encanto de cualquiera, yo, por ejemplo me siento aludida. Si bien es Pettinato, los referentes que nombra el poema -Woody, Bergman y Almodóvar- son más los de un tal Pereyra que los del conductor en marras que ha pasado más noches de desvelo mirando a David Letterman que a ninguno de los citados.

sergio dijo...

Paula y Her: (les contesto a la manera de Tomás Augusto)jajajajajajajajajajajajajajaja.

Ahora vuelvo a ser yo: Nunca jamás en la revinagre vida pensé en petti, pero si a uds les gusta verlo así, mejor. Besos

Hernán Schillagi dijo...

Sí, por eso mismo hablaba de "cosas que despistaban": los directores citados son referencia casi exclusiva al autor del poemita. Pero yo me mandé, porque el resto le calzaba justo al otro rubio/azulado/morocho conductor de "Indomables" (la acidez, el control remoto, el canal que nadie registra). Y porque tenía ganas de hablar mal de Petti y su decadencia en vivo y en directo en un mundo que no tiene nada de perfecto.

Pereyra todavía conserva el encanto en sus comentarios. Se ve que el agotamiento del fin de año lo tiene "pachuchín". ¿Será porque no ha podido ver la última de Almodóvar, "Los abrazos rotos"? Yo la tengo en mi casa: que se venga a verla en las vacaciones, joder! Que está de puta madre!!! Jajajajajajajajajajajajajajajajajaja (uy, se ve que el espíritu de este muchacho anda por los blogs y me poseyó por un instante).

Anónimo dijo...

Yo me perdí ir a verla en el cine. Digo, "Los abrazos rotos". YO no pensé en Peti. Pensé en cada uno de nosotros. ¡¿Qué cosa?! El sentir que uno ha perdido encanto . Aunque sin dudas, también es terriblemente difícil asistir a la pérdida de encanto de las personas que significaron algo en tu vida.

sergio dijo...

Anónimo: de eso se trata. Si hubiera tenido talento y conocimientos para hacerlo hubiera escrito la "Elegía al encanto perdido". Duro asunto.

Cecilia Restiffo dijo...

Amigo: me pregunto ¿qué será perder el encanto?, actualmente me encuentro cada día más encantadora, más sutil, hasta le diría brutalmente agradable,el problema es que los demás no se dan cuenta.¿Será acaso que de tan etérea paso desapercibida?
Acerca de su texto por demás autorreferencial, yo tampoco caí en Peti, pero tampoco creo que sea su caso, es más sostengo que últimamente ha mostrado una faceta nueva que a más de uno ha sorprendido; yo por mi parte creo que su encanto es "ad hoc al oyente", como dice Mirta "todos queremos seducir" y eso ya es una virtud que le admiro, a ambos a Mirta y a Ud.
Y sí la peli de Almodóvar lo espera para disfrutarla juntos cuando quiera.

sergio dijo...

Ceci: gracias por los comentarios y por la invitación. Debo decir que sí, que todavía puedo resultar más o menos encantador. Pero la cuestión es ¿hasta cuándo? Un nene de 3 años hace una monería y todos se la festejamos. Cuando tiene 5 le decimos "correte que me tapás la tele". Yo creo que ando por el borde. Igual, intentaré, como Mirtha, reciclarme.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Encanto, qué palabra que me resulta ajena, ¡por dios! Más allá del sustantivo, me quedo con el verbo: encantar es "cautivar la atención de alguien por medio de atractivos naturales", también es "obrar por arte de magia, hechizar". Realmente me encantaría ser seductora, cautivante, hechizante... pero mis intentos han sido vanos o torpes. El encanto no es un aprendizaje, es una actitud innata. La torpeza, la sinceridad brutal y la locura galopante no están en el inventario del encanto (ojo, quizás llegue el inadaptado que encuentre en "mis virtudes" hechizos irresistibles). "No he sido encantadora, que los glaciares del olvido me arrastren y me pierdan, despiadados".

Unknown dijo...

Sergio, yo aún me río de tus comentarios ácidos (aunque no sé hasta cuándo)! El encanto para mí va en la manera en que uno se muestra al mundo. El sentirse encantador, lo comparto con Cecilia; a medida que pasa el tiempo creo que nos acostumbramos a nosotros mismos, empezamos a gustarnos (vaya uno a saber si sólo se trata de resignación) y se nota, los demás lo ven, lo cual viene a ser el resultado de nuestra gran labor con el ego.
En cuanto a ese personaje que "no interesa", tal vez deja de ser interesante para la misma persona. Descreer de uno, no confiar y no buscar otras cosas, al igual que un niño. Como vos comentaste, un niño de 3 años entretiene y a los 5, lo corren. Pero igual, busca nuevas maneras de llamar la atención, de encontrar las sonrisas.
En el poema jamás pensé en Pettinato (más que nada por las preferencias nombradas), pero qué lástima que él sí haya perdido el encanto. ¡Y pensar que en otro tiempo tocaba en Sumo! Hoy quedó sólo un muñeco con trajes de colores cuyo nombre parece haberse olvidado.