2 de febrero de 2009

DESPUÉS DE LA GRANIZADA


(A la manera de Lugones, pero no)


Callar la angustia
silenciar la pena.

No decir
ni el clamor de los techos
ni el jardín en ruinas
ni la cosecha perdida.

Hablar, por ejemplo
de cuerpos tumbados sobre la piel
de damasco de una playa remota
o de príncipes rendidos al encanto
de pobres cenicientas

No pronunciar
las vírgenes estropeadas
en los ritos conjuratorios
tampoco la tristeza de los niños
que ven en los ojos de sus padres
la ingratitud de la alacena vacía

Callarlo todo.

Callar tu ausencia, terrible.
Más terrible aun
en esta estampa de invierno
en el centro del verano.

7 comentarios:

G. dijo...

No es tan Lugones, creería, pero interesante igual. Amo los poemas que toman la naturaleza pero que nunca se alejan del yo que pronuncia y que lee... bueh, ñoñerías. Lo quiero! gracias por su comentario

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Nada de Lugones, ni me hagás acordar...
Como te decía por ahí, me atrapó del poema el uso del plano paralelo, como en el cine: la tristeza colectiva se funde con la individual en un todo indivisible.
El final es DESCOLLANTE (¡qué palabra!, hasta me parece que exagero): la antítesis entre invierno-verano me gusta toda: me quedo con "estampa", "centro", dos tremendos versos, encima para cerrar un texto.
Hasta ahora, la poesía más lograda de tu producción.
Decile a tu ilustradora que esa flor de granizo es perfecta.

Una pequeña objeción: ¿por qué tu obsesión por las pieles de durazno, damasco? No es que me ensañe con la imagen: personalmente, ¡me da alergia!

Hernán Schillagi dijo...

Amigo! el poema es realmente hermoso, pero en el sentido donde todo está en su justa medida.

La "delectación morosa" (Lugones dixit)conque el yo lírico observa la helada devastación, es escalofriante. Como si el frío de la pedrada se hubiera convertido en esos infinitivos impersonales que disparan los versos.

También me asombra cómo las descripciones (ajustadas) del "suceso meteorológico" siempre hacen alusión a lo otro, a lo callado. A lo agitadamente callado.

Pero vuelvo a lo del equilibrio: con una condensación pasmosa, en el poema se resumen miedos, costumbres, elementos de compromiso social (exagero quizá), creencias fútiles y de las otras... Esta mesura y composición sin desbordes es para borrar con palabras distraídas la verdadera tormenta cruel que se bate en el interior del que (no) habla.

Y sí, la última estrofa está muy lograda. Lo hemos dicho: un buen remate te levanta cualquier poema. Pienso en una lectura en público donde el oyente está acostumbrando su oído a los versos y los tres últimos lo toman por sorpresa de tanta belleza. El vaso de agua que justo su sed andaba necesitando.

En este caso, la última estrofa es felizmente consecuente con todo lo anterior, y además hace aparecer explícitamente al yo lírico: "Callar tu ausencia, terrible". ¿Sabe una cosa? En el poema "Campo" de Antonio Machado pasa algo parecido, la voz habla de la tristeza del paisaje para no decir sus cuitas: "Y ese árbol roto en el camino blanco/hace llorar de lástima(...)¿Lloras?... Entre los álamos de oro,/lejos, la sombra del amor te aguarda..." Esto no quiere decir que Ud. lo imite, si no que es una honorable correspondencia, una reformulación de un tema que profundamente lo atraviesa.

Un abrazo enorme.

sergio dijo...

Agmigos:

confieso que aunque me impresionan agradezco con el alma vuestros comentarios. Prometo imrpimir y leer muy detenidadmente algunos pasajes que no entiendo del todo(será por eso que agradezco? Y bue...soy un poco tonta!!!)

Unknown dijo...

No somos nosotros los que NO deberíamos entender??? Jaja.

Escribir, coleccionar, vivir dijo...

Ya te imagino amigo con los comentarios impresos, en la tranquilidad de tu mesa, subrayando con un fino lapiz aquellas palabras o frases que despertaron tu atención y me da mucha ternura. También bastante orgullo de que tengas en cuenta nuestras humildes apreciaciones.
Un beso.

YOR dijo...

Callar y ser fuerte, mentir la no angustia, ponerle el pecho a la ausencia pretendiendo que ya no importa...
Me encantó.