18 de mayo de 2010

EPIFANÍA TRUNCA



En tanto los lirios mojan sus pies
en las aguas veloces del río de los barcos de papel
cerca del cielo, mil ramas ejecutan
una coreografía forzosamente aprendida
-delicadas como bailarinas de vals
las ramas del sauce
más toscas
las ramas del roble-
pura armonía en esta mañana en este jardín
casi perfecta
excepto por el chirrido del cable de alta tensión
excepto por mis pies que cortan el paso a las hormigas
las obliga a un desvío, a un esfuerzo imprevisto.

2 comentarios:

Hernán Schillagi dijo...

Soy de la idea que no hay "locus amoenus" perfecto, sino presenta una mínima falla que demuestre que un humano tiene algo que arreglar allí.

La placidez de la perfección -sin intervención- aburre. Como las bellezas histéricas y sin máculas.

Interesante trabajar la intimidad de la anáfora, por pares: así dan la sensación de que no están de música de fondo, sino porque es necesario al sentido todo.

sergio dijo...

Gracias amigo por el comment. Creo que alguien como yo (léase: el que le ve el pelo al huevo -a propósito, nunca supe lo que eso quería decir-) nunca puede estar del todo conectado, contemplado el mundo como si fuera pura perfección. Cuando estoy a punto, nada, algo sucede que me saca de clima jajaajaj.

Me alegro que le haya gustado el poema.